sábado, 5 de abril de 2008

Nuestra costa


La costa murciana se extiende a lo largo de 176 km., desde la playa del Mojón (San Pedro del Pinatar), hasta el límite con la provincia de Almería, situado a pocos kilómetros al Oeste de Águilas, exactamente entre Calarreona y San Juan de Terreros. En este pequeño fragmento de litoral se hallan representados absolutamente todos los tipos de fondos mediterráneos, zonas arenosas, parcelas llanas, suelos rocosos, acantilados, cuevas, grietas, ensenadas, praderas marinas, etc. Asimismo, se dan en ella grandes contrastes en la conformación de su litoral, valga como ejemplo la gran diferencia existente entre la suavidad de la franja comprendida entre la Torre de La Horadada y Cabo de Palos a la accidentalidad manifiesta que presenta el tramo existente entre este mismo cabo hasta el límite almeriense. Nuestra parcela mediterránea no está salpicada de grandes islas pero sí de pequeños islotes que rompen, para bien, el rocambolesco dibujo costero y que amenizan el paisaje visto desde la orilla, poniendo notas de color y de gaviotas en el perfecto azul. Picachos que emergen del mar festoneados de espuma, la Isla del Fraile, de las Hormigas, Isla de Paco, La Grossa, el Farallón, y otras aún más pequeñas pero no por ello menos conocidas, islotes que nuestras aves marinas habitan y utilizan para poner a salvo sus nidos y sus crías. Volviendo a tierra y prosiguiendo el recorrido costero, encontraremos alternancia de elevados acantilados, calas y bahías profundas con arenas finas y blancas y también playas de redondos guijarros. Ramblas que, serpenteando, bajan de las zonas más altas a dejar en el mar despojos del interior y aguas dulces. Montículos de arena en los que las palmas enanas y las pitas se yerguen espinosas. Grandes piedras de extrañas y redondeadas formas en las que la erosión ha estado trabajando durante miles de años, moldeándolas y puliéndolas, hasta conseguir que desde diferentes ángulos y puntos de vista, cada uno vea representado en ellas la figura que le apetezca; la "Costa encantada" de Bolnuevo puede dar fe de ello. No olvido nuestro pequeño mar particular, ese privilegio conocido como Mar Menor, muy al contrario, pienso que dada su gran importancia, merece un capítulo aparte, como lo merecen los pueblos que verdaderamente enriquecen nuestro litoral, pueblos antiquísimos, todos ellos, con solera, cada uno con sus gentes y sus culturas, poblaciones ribereñas cuyos moradores han vivido siempre en el mar, del mar y para el mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

q xula la foto :P